Primera semana de octubre. Comienzo del curso para muchos -sobretodo universitarios-, para otros a un mes ya del comienzo. En algunas ciudades como en la que me encuentro -Granada-, se percibe un despertar de la ciudad somnolienta. Este fin de semana, aparecieron miles de coches, cargados con miles de maletas que venían a traer su pequeña casa-caracol con todo lo necesario para sobrevivir durante el curso. Los colegios mayores abren sus puertas, recepción de novatos -o nuevos, como algunos prefieren ser llamados-, otros ya conocidos, que se saludan con besos y abrazos... Despliegue de preguntas interesándose por el verano, por los examenes superados o no del fatídico septiembre, por los amigos comunes que aún no se han visto.... Y Granada vuelve a tener su color en las calles, sus canciones nocturnas, su desfile de carpetas, mochilas y colas en el autobús urbano. Gentes nuevas que vienen con sueños, miedo, ganas y desgana. Con sentimientos conflictivos que intentan hacerse alguien, para no llegar nunca a ser algo.
La Universidad...ese periodo que pasa rápido, del que deberían hacer un manual de instrucciones para no desaprovecharlo y hacerlo rendir al máximo. La vida universitaria, la maduración personal, el compartir vida, experiencias y conocimientos con gente muy distinta.
Ahora comienza un nuevo curso...Esperemos que la Universidad pase por nosotros y no quedarnos sólo con un simple paso por la Universidad.
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