He tocado muy de cerca
la mano de Dios, una mano
herida, llagada y sedienta
por amor.
No puedo olvidar el tacto
de tu piel febril, escondida
en tus sueños de dolor
desencajado el rostro por
el sufrimiento y lejos tu
oido de mi voz.
¿Dónde queda tu voz de nana?
Dónde tu regazo que arropa
y tu mano dulce que llena
de amor?
Ahora sólo silencio...
sólo penumbra...solo el
tiempo que te devuelva el
gesto y tu mirada.
No me resigno a perderte
a dejar de oir tu risa y
tu arrullo, tu melodía
tarareando una canción mientras
preparas la comida...
Tú eres roca, eres sustento
y fundamento de muchas vidas...
que llegue mi lamento
a ese lugar donde habita
ahora tu pensamiento para
que sepas que te quiero
en mi vida.
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